lunes, 15 de octubre de 2012

Más dirección, menos participación




En el anteproyecto de la Ley Educativa para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), se asesta un golpe al funcionamiento democrático de los centros. Según este proyecto, el Consejo Escolar pasa a ser “el órgano consultivo del centro” (artículo 127).

El Consejo Escolar ha tenido hasta ahora importantes facultades en la toma de decisiones sobre aspectos fundamentales de los centros. Esto se justifica porque es un órgano en el que están representados todos los grupos de la comunidad educativa, lo que en principio asegura un mayor control y un nivel mínimo de participación y funcionamiento democrático. Sin embargo, con la nueva ley su capacidad de acción y decisión se diluye. Para darnos cuenta de ello basta con comparar los verbos utilizados en la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE), de 1985, con los utilizados en el anteproyecto de la LOMCE. Mientras la LODE habla de “elegir, decidir, resolver, aprobar, elaborar, establecer, supervisar...” (artículo 42), la LOMCE nos habla de “evaluar, conocer, ser informado, informar, proponer, promover...”.

Es cierto que ya desde los años 90 diversos estudios señalaban que los Consejos Escolares en la práctica no resultaban efectivos para lograr la participación de todos los estamentos en la gestión del centro (especialmente del alumnado) y constataban que en muchas ocasiones se convertían en espacios que simplemente cumplían con los formalismos de la administración *. Esta no una es razón para renunciar a ellos, sino que debe animarnos a buscar sus fallas e intentar tomar medidas de cara a su mejora.

Pero la LOMCE, lejos de democratizar, pretende aproximarnos a un sistema de gestión experta donde los equipos directivos lleven el peso de las decisiones. Los nuevos directores serán formados y elegidos para responder a criterios muy específicos de eficiencia en el gobierno y, sobre todo, para producir resultados visibles y cuantificables, una de las principales obsesiones de la LOMCE.

El problema es que muchas de las cosas importantes de la educación no se someten a estas reglas de medir y los números dejan atrás los aspectos educativos más humanos. Los procesos democráticos constituyen sin duda uno de estos elementos difícilmente cuantificables. Que una decisión esté más informada, tenga en cuenta más voces, produzca debates enriquecedores y contribuya a la formación de los implicados, no es una cosa que pueda hacerse con prisa y mostrando números claros y comparables. Es más, si nos la tomásemos en serio, la democracia en la educación llevaría a asumir otros ritmos y a aceptar que los procesos sean únicos en cada centro.

Quizás deberíamos pensar en una educación más centrada en las personas que en los números, aunque para nuestros gestores esto parezca un suicidio que nos aleje de la lucha internacional por la generación de renta y el poder.

Estas cuestiones son amplias y complejas y quedan demasiado condensadas en este texto; en próximas entradas iré profundizando en ellas.


*Algunos ejemplos:

Fernández Enguita, M. (1993) La profesión docente y la comunidad escolar: crónica de un desencuentro. Madrid: Ediciones Morata.

Gil Villa, F. (1992) La participación democrática en los centros de enseñanza no universitarios. Madrid: CIDE.

Santos Guerra, M.A. (1997) El crisol de la participación: Investigación sobre la participación en los Consejos Escolares de centro. Madrid: Editorial Escuela Española.

4 comentarios:

  1. Yo creo que la clave de esto radica no tanto en aquello a lo que se opone el gobierno cuanto en aquello que desea promover: "aproximarnos a un sistema de gestión experta donde los equipos directivos lleven el peso de las decisiones. Los nuevos directores serán formados y elegidos para responder a criterios muy específicos de eficiencia en el gobierno y, sobre todo, para producir resultados visibles y cuantificables". Es la dirección gerencial de la vida que se impone en todas partes. Para mí, la cuestión importante, entonces, es quién elige a esos expertos y cómo. Por otro lado, y como suele suceder, este tipo de medidas se apoyan en algo que en parte seguramente es verdad (y tú mismo lo señalas): que la gestión democrática de los centros se había convertido en un ritual burocrático más. A este respecto, y aparte de que la gestión gerencial es igual de burocrática aunque aparente serlo menos, me pregunto hasta qué punto es beneficiosa una gestión democrática de los centros educativos cuando es probable que una mayoría de los propios padres (por centrarme en uno de los colectivos implicados) tienen una mentalidad que ya es básicamente gerencial. Supongo que la cuestión es guardar un equilibrio entre gestión democrática y delegación de la toma de ciertas decisiones en un equipo directivo, claro.

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  2. JC, lo que planteas es importante.
    Por un lado, la definición de los criterios y el proceso es un asunto complicado, pero que podría resolverse. El problema es que dadas las circunstancias, no es descabellado pensar que los criterios y el procedimiento se empañen y se conviertan en una vía para el "amiguismo" y para colocar a gente con tendencias afines que marque las líneas específicas que deben seguir los centros educativos.

    Por otro lado, es cierto que la gestión democrática de los centros en buena medida se ha convertido en un ritual burocrático, al menos en lo que se refiere a los órganos de participación. Es más, diría que fuera de esto la gestión democrática en la mayoría de colegios e institutos es prácticamente inexistente.
    No sé hasta qué punto los distintos colectivos estarían a favor o en contra de que hubiese procedimientos más democráticos o si se prefiere un modelo gerencial. Desde mi punto de vista, en nuestro país tenemos una cultura democrática algo limitada y eso se expresa también en este campo. Yo abogaría por una mayor participación y por una priorización de las decisiones consensuadas. Está claro que el consenso no siempre es posible, pero al menos puede ser una meta. Es distinto votar sin discutir ni buscar consenso que acabar votando porque no se logra consenso tras una discusión. Esto no me parece un objetivo que sea ya palpable y realizable, sino que se tendría que ir alimentando poco a poco.
    En todo caso, si se opta por delegar, se debería buscar como dices “un equilibrio entre gestión democrática y delegación de la toma de ciertas decisiones en un equipo directivo”, pero sería necesario garantizar que las decisiones delegadas estén controladas, que sean transparentes y que haya intercambio de informaciones y puntos de vista con la comunidad educativa.

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  3. Hola a todos,

    Siento barrer para casa, pero justo hoy he salido de una clase en la que una alumna me ha dicho que lo que espera de mi asignatura es que yo le "transmita mi saber"... y ella “lo anote” en su cuaderno. Ha soltado esta perla tras preguntarla –dada el comportamiento no verbal un poquito "agresivo" que mostraba– qué pensaba de la actividad que les acababa de proponer: puesto que era el primer día que tenía clase con ellos y los alumnos vienen de orígenes muy distintos –están en un Máster de profesorado, por lo que unos vienen de Biología, otros de Inglés, etc.– se me había ocurrido ponerle unos ejemplos de situaciones reales para que explicaran con sus palabras cómo las entienden y cómo reaccionarían ante el comportamiento de los niños (la idea era poder saber cuál era su punto de partida para adaptar mis clases a su nivel). Vamos, que el hecho de que haya habido un profesor que les sugiera adaptarse a ellos (y no ellos al profesor –hay un alumno que me ha dicho que esto último es lo que tiene que hacerse… ¡y van a ser futuros profesores!–) y que interaccione con ellos a algunos les ha parecido casi una falta de respeto. La ironía de todo esto es que tienen asignaturas de “Sociología de la educación” donde están cansados de “tomar notas” sobre Bourdieu et sobre Coulon (la idea de que la escuela es una microsociedad que reproduce la estructura social, etc.).

    ¿Democracia en la escuela? Los primeros colectivos implicados son los alumnos. No es una cuestión (sólo) de gestión, sino de institución de prácticas en todos los niveles y espacios de la escuela. Pero esto es un sueño o, mejor dicho, una excepción:

    Escuela expandida: http://www.youtube.com/watch?v=42ZvvuWu0ro
    Educación prohibida: http://www.educacionprohibida.com/
    Lycée expérimental: http://fr.wikipedia.org/wiki/Lyc%C3%A9e_exp%C3%A9rimental_de_Saint-Nazaire

    Siento no ceñirme al tema del Consejo Escolar, pero como hablábamos de democracia y de “mejora de la calidad educativa” me ha parecido pertinente sacar el tema (sí, también es cierto que hay algo de desahogo, con perdón).

    Saludos (entre clase y clase),
    B.

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  4. B., creo que para nada te has salido del tema. Los Consejos Escolares tienen importancia como una forma de canalizar la participación democrática, pero no son la democracia en sí. Es importante que haya órganos y reglas institucionales, pero la democracia debe estar presente en toda la vida escolar, en todos sus niveles y espacios (y no sólo en la escuela...). En este tema de la democracia en la escuela se cita mucho una frase de Dewey, de su libro Democracia y Educación: "Una democracia es más que una forma de gobierno; es primariamente un modo de vivir asociado, de experiencia comunicada juntamente”. Es coherente con todo lo que comentas. El problema es que, como muestras con tu ejemplo, estamos acostumbrados a formas muy determinadas de distribución del conocimiento y está extendida la idea de que los estudiantes consumen pero no producen, (no pueden o no deben). Tampoco queda mejor el papel de docentes y maestros; al menos en los niveles no universitarios se les tiende a ver como meros transmisores/ejecutores del conocimiento oficial. Por desgracia, creo que las fuerzas sociales preponderantes tienden a hundirnos más en esta separación artificial de productores y consumidores de conocimiento y el sistema educativo nos inculca bien hondo en esta tara.
    Muchas gracias por los enlaces, tomaré un tiempo para verlos pues seguro que tienen mucho interés.

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